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La biología molecular me llevó a explorar los acidos ribonucleicos

Andrea Gabriela Hernández Azurdia

Guatemala es un país lleno de misterios esperando ser explorados. Durante mi bachillerato en el Instituto Guatemalteco Americano (IGA), una profesora solía comenzar sus clases con la frase: “La química y la biología son fáciles”, esa simplicidad desafiante me inspiró a inscribirme en la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC). 

Mi corazón ya latía por la biología molecular. Recuerdo cuando elaboré un mapa metabólico humano, fue una ventana a un universo fascinante de moléculas y reacciones. Me propuse contribuir a los descubrimientos que aguardaban en los organismos vivos, sin embargo, sabía que para profundizar en estos temas, necesitaba especializarme, por lo que decidí estudiar una maestría fuera del país. A pesar de múltiples rechazos en las convocatorias, esa chispa constante me instó a perseverar. 

El giro llegó al conocer a colegas con la misma pasión por la investigación, quienes se convirtieron en las luces guía que me ayudaron a avanzar. Finalmente, recibí la carta de aceptación de una beca para el máster en Investigación Biomédica en la Universidad de Valladolid, España.  

El siguiente paso fue el doctorado. La perseverancia rindió frutos con un contrato predoctoral en el Instituto de Biología Integrativa de Sistemas en Valencia, España. Esto me permitió explorar los pequeños ácidos ribonucleicos (ARNs) no codificantes, moléculas presentes en todos los organismos vivos que influyen en la regulación genética cuando se enfrentan a alteraciones en su entorno.  

Hasta ahora, hemos logrado generar las primeras plantas de melón que acumulan ARNs específicos, haciéndolas más resistentes a la sequía, frío y otras alteraciones ambientales. Además, descubrimos cómo las plantas utilizan estos mecanismos para resistir los síntomas provocados por agentes infecciosos, como el virus del rizado del tomate de Nueva Delhi (ToLCNDV).  

Ahora, se presenta una oportunidad emocionante: una estancia en la Universidad de Düsseldorf en Alemania para estudiar optogenética, una técnica que permite marcar genes específicos y activarlos a voluntad mediante rayos de luz. 

He realizado colaboraciones en investigación con la Unidad de Farmacogenética y Farmacogenómica (UNIFARMAGEN-USAC), financiadas por la Red Latinoamericana de Implementación y Validación de Guías Clínicas y Farmacogenéticas (RELIVAF) del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED), y en la Dirección General de Investigación de la USAC. 

Aunque la distancia de mi país y la ausencia de mi familia representan desafíos, esta travesía ha sido una combinación de crecimiento académico y personal. He abierto puertas a encuentros con investigadores y países que antes solo habitaban en mis sueños. A través de retos, caídas y logros, cada paso ha sido un pilar en mi anhelo de impactar en el mundo científico, y, sobre todo, en la sociedad guatemalteca.