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La biología me enseñó el camino para descubrir la vida secreta de las aves y los bosques

Ana Rocío Silva Rivera

Siempre me sentí fascinada por el entorno natural que me rodea, lo que me llevó a descubrir la biología. Aunque no me consideraba una entusiasta de las ciencias exactas, sabía que mi lugar estaba en los bosques y que no deseaba un trabajo de oficina. Así, me dediqué a la exploración, al monitoreo biológico y la educación ambiental.  

Optar por la biología resultó ser la decisión más acertada. Una experiencia especialmente memorable fue mi estudio de los nidos de guacamayas en la selva Maya. Escalar árboles y experimentar el comportamiento de estas aves desde las alturas, me llevó a conectarme con personas apasionados por la conservación. A lo largo de mi carrera, he tenido el privilegio de viajar y participar en proyectos nacionales y regionales que han forjado valiosas alianzas. 

Crucial fue mi participación en el proyecto Coyol, en colaboración con un amigo que realizaba su doctorado en la Universidad Estatal de Campinas, Brasil, para la investigación utilizamos data para identificar sitios con plantaciones de coyol, una palmera nativa de América Latina.  Tras trazar una ruta desde Guatemala hasta Panamá, la experiencia nos permitió descubrir nuevas formas de realizar exploración científica y explorar la biodiversidad. 

Posteriormente, en colaboración con un grupo de biólogos y una antropóloga, fundamos Hylos, una iniciativa que busca tejer ideas mediante negocios sostenibles, para crear sistemas que mejoren la calidad social, ambiental y económica de Guatemala, basándonos en la experiencia Satoyama, que es tomar en cuenta a las comunidades como parte fundamental para la conservación de los ecosistemas naturales. 

En el 2023, participé en el Climate Solution Lab de Impulsouth, donde exploré soluciones innovadoras para los desafíos climáticos y ambientales, reforzando así mi compromiso con la ciencia aplicada para el bien común.  

Actualmente, soy coordinadora del equipo 5: STEAM para niñas y niños de la Organización para la Mujer en la Ciencia para el Mundo en Desarrollo (OWSD), y formo parte del Club de Observadores de Aves Urbanas del Instituto Polar Guatemalteco (IPOGUA), así como de la junta directiva de la Asociación Guatemalteca de Mastozoólogos (ASOGUAMA). Estos esfuerzos me llevaron a ser reconocida como una de las “100 mujeres poderosas de Centroamérica 2023” por la revista Forbes.  

A la niñez y juventud que sueñan con explorar, descubrir y proteger nuestro planeta, les digo que sigan adelante y que todo lo que se propongan es posible.